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Criminal Club reafirma su compromiso por mantener la esencia underground.

Intensidad, los BPMs altos y las luces verdes.

Todavía seguimos recuperando el aliento después de la última edición de Criminal Club que celebró su «7th f**king edition» el pasado 3 de mayo en su ya habitual casa Halö Club.

Only Hard Kicks es el eslógan de la marca y no podría ser más acertado ya que el evento alicantino ha apostado desde el inicio por un sonido duro, con altos BPMs y mucha esencia underground.

La noche se desarrolló en una atmósfera que respiraba la esencia de Criminal, en parte gracias a la actitud de los asistentes, muchos de los cuales ya son público habitual, tanto de la marca como del club.

Another Code ofreció un set de apertura cargado de intensidad y coherencia, en el que supieron desplegar con maestría los sonidos que definen su propuesta: EBM, techno e industrial. La sesión fue progresiva, construida con precisión para ir atrapando poco a poco al público, pero sin vacilar a la hora de lanzar kicks y percusiones contundentes acompañadas de melodias oscuras. Una lección sobre como combinar crudeza y narrativa, reivindicando siempre su sello de identidad.

Elicio, uno de los fundadores de Criminal Club, continuó con la subida de BPMs y plasmó la esencia de la marca durante noventa minutos en los que predominaban las mezclas de Industrial con toques hard groove y acid, la unión perfecta entre ritmos duros y bailables.

En el ecuador de la noche se puso a los mandos Tere Ling, de quien hemos visto una progresión que se plasma en un sonido cada vez más reconocible cuando ocupa la cabina. Sin dejar de hacer sonar tracks con toques groovie, poco a poco el tono de la sesión se tornaba más crudo y contundente, lo que sirvió de antesala perfecta para la llegada de Luca Maier a tierras alicantinas.

El co fundador de Darkground Records llegó en el punto álgido de la noche con un set cargado de schranz, industrial y hardtechno, que contagió al público con toques groovie que acompañaban a la dureza de los tracks con frescura . Fiel a su estilo, Maier demostró tanto en la selección como en la mezcla que su prioridad es ofrecer un sonido genuino, sin concesiones, una búsqueda constante por la autenticidad sonora.

El cierre de la noche estuvo en manos de Solanke, DJ polaca afincada en Valencia, conocida por la crudeza sin filtros de sus sets. Desde el primer minuto, su selección de tracks dejó claro que no había espacio para concesiones: cada tema era más crudo que el anterior, con kicks que ganaban intensidad a medida que avanzaba la sesión. La escalada final de BPMs terminó por arrasar las últimas reservas de energía del público, que se entregó por completo a un clímax sonoro de fuerza bruta. Solanke no solo cerró la noche; la pulverizó con una autoridad que dejó claro por qué es una de las figuras más contundentes de nuestra escena.

Todo esto, sumado al trabajo del equipo de Criminal Club y Halo, reafirmaron la importancia de una propuesta con éstas características en la zona de influencia de Alicante. Personas que apuestan por la cultura y por hacerla crecer, artistas dispuestos a dar lo mejor de sí, clubs que acepten propuestas de éste tipo y un público entregado.

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